EL TRIBUNAL de La Haya ha informado que el fallo será el 27 de enero, como lo habían anticipado periodistas peruanos en septiembre pasado. Chile espera con serena firmeza el veredicto, que como bien señala el presidente del Senado, entendemos será conforme a derecho y no "salomónico". Chile no fue al Tribunal a buscar un avenimiento con Perú.
En perspectiva, es justo reconocer la sólida defensa jurídica argumentada. Desgraciadamente, bajo la actual administración se cambió la política y nuestro alegato jurídico no fue acompañado de una maniobra diplomática que lo fortaleciese. Por el contrario, nuestras autoridades dieron señales equívocas; no sólo no se hizo todo lo que debíamos hacer, sino que además se cometieron errores.
Nuestras autoridades colocaron en primer lugar la seguridad al clima de intercambio económico, lo que siendo correcto no agota todo el interés nacional. Si el objetivo era proteger el clima propicio para las inversiones privadas, deberíamos reconocer que sí se ha hecho todo lo que se debía hacer. Pero la demanda afecta a la soberanía nacional. Un error garrafal fue la condecoración concedida al mandatario peruano que nos demandó, y que además nos trato de "republiqueta". ¿Qué argumentos fundamentaron este homenaje?
Estas y otras señales equívocas debilitaron nuestra defensa jurídica, al dar a entender que Chile no se molesta porque otro Estado desconozca un tratado vigente. Digamos, además, que no sólo rige los límites entre Chile y Perú, sino también involucra a Ecuador. Un eco inmediato lo tenemos en la demanda boliviana, que si bien no desconoce ningún tratado, coloca un gran escollo a la relación bilateral.
Argumentando que "vivimos el mejor momento de la relación" hemos guardado silencio frente a actitudes a lo menos complicadas, como lo es el proyecto de la llamada "Ciudad Concordia", satélite de Tacna, a poca distancia de la frontera, destinada para reservistas de las FF.AA. peruanas. Aun queda tiempo, y son muchas las acciones que podemos emprender. Así como el agente peruano intenta pautearnos, sería altamente conveniente que nuestra Cancillería invitase al Perú a que formalice en documento vinculante que no tiene más demandas territoriales. Hacerlo antes del fallo ayudaría a construir confianza.
Un fallo "salomónico" podría conducir a una compleja situación, dado que nosotros esperamos una sentencia conforme derecho, y no un fallo "de consenso" que puede conducir a cercenar territorio nacional, situación que extralimitaría las funciones que esperamos de una Corte.
Este tipo de reflexión es transversal, sin política de por medio. Estrictamente, en el actual gobierno hubo a lo menos un par de voces críticas al manejo que el canciller y La Moneda le dan al tema. Fue el caso de los ex ministros Ravinet y Allamand, quienes por disciplina funcionaria no exteriorizaron su opinión.
Chile tiene que cohesionarse, asumir una defensa de Estado de veras, sin pasividades ni menos criticables derrotismos, desde los grandes temas geopolíticos hasta la suerte de 2.000 pescadores artesanales en Arica que están en la mesa. Es hora de que todos nos unamos, con serena firmeza, y asumamos auténticas posiciones de Estado, un Chile "siempre listo".
