El fraude electoral es difícil de detectar y medir
(Expertos discuten el fraude y otros obstáculos a las elecciones libres y justas) (761)
Por Michelle Austein
Redactora del Servicio Noticioso desde Washington
Washington - Especialmente desde las reñidas elecciones presidenciales del 2000 en Estados Unidos en las que los estadounidenses y el mundo observaron a los oficiales electorales contar a mano las tarjetas perforadas, ha habido un interés creciente en detectar y prevenir el fraude electoral.
Sin embargo los expertos de un panel convocado el 21 de mayo por la Institución Brookings de Washington dicen que los problemas electorales raramente son resultado del fraude. Estos expertos son autores de un libro titulado
Election Fraud:
Detecting and Deterring Electoral Manipulation (Fraude electoral: Detección y paralización de la manipulación electoral), que se refiere a como detectar y medir el efecto del fraude electoral.
Para que una elección sea considerada justa, se debe permitir que voten los individuos calificados para votar, los votos se deben contar de forma justa, los votos descalificados no deben contarse, no se debe coaccionar a emitir un voto y los votantes no deben ser compensados o sobornados por votar.
Thad Hall, profesor adjunto de ciencias políticas de la Universidad de Utah, añadió que una elección libre permite a un votante que elija no votar. "Es algo en lo que no se piensa habitualmente pero uno debe ser libre de no participar en el proceso".
Una elección puede ser injusta y no ser fraudulenta, dijeron los expertos. El fraude es un acto intencional, comentaron los autores, y ello puede ser muy difícil de probar.
"Nunca hay elecciones perfectas, siempre hay algún fallo en alguna parte", dijo Susan Hyde, profesora adjunta de ciencias políticas de la Universidad de Yale.
EL FRAUDE ELECTORAL ES ESCASO, PERO INCLUSO LA PERCEPCIÓN DEL MISMO ES PERJUDICIAL
R. Michael Álvarez, profesor de ciencias políticas del Instituto de Tecnología de California, dijo que desde el año 2000 él y Hall "han observado probablemente cientos, quizá miles, de centros de votación, y nunca hemos visto pruebas de fraude".
"Lo que sí hemos visto son muchas evidencias de otros muchos problemas", dijo Álvarez. Algunos de estos problemas "probablemente afectan el resultado de elecciones en formas mucho más amplias que un fraude auténtico".
"La percepción de fraude electoral, incluso si no es tan acertada, puede ser tan destructiva para un proceso electoral como un auténtico fraude en la elección", comentó Hyde.
"El contexto de lo que se considera fraude varía con el lugar y el país en el que se está", indicó Hall.
Por ejemplo, algunos países consideran fraudulento que un presidente en el cargo endose a un candidato presidencial.
Otros podrían considerar las campañas de puerta a puerta una táctica de presión. Ambas actividades son ordinarias en la política estadounidense.
La definición de fraude también cambia con el tiempo. Hace décadas, Estados Unidos no permitía que grandes segmentos de la población, entre los que se encontraban las mujeres y los afroestadounidenses, votaran. Hoy día impedir que estos grupos votaran a propósito constituiría fraude.
Los fraudes electorales pueden ocurrir en otras ocasiones distintas al día de las elecciones. "La manipulación electoral puede hacerse antes de que la campaña comience, durante el período de campaña, el día de las elecciones y durante o después de tabular los resultados", indicó Hyde. Por ejemplo, una persona puede falsificar firmas de petición para hacer que un candidato sea incluido en la papeleta. Una persona puede amenazar a los votantes, o impedir a los líderes de la oposición política que se presenten como candidatos a un cargo.
Es extremadamente difícil medir el fraude. Con las papeletas secretas, explicó Hall, "
no hay forma de saber cómo vota una persona. Si se pudiera saber, se podría asegurar que no hubiera fraude",
Sin embargo, los expertos pueden utilizar los datos para conocer patrones tradicionales de voto y destacar incidentes inusuales que merecen un escrutinio más cuidadoso para prevenir el fraude. Para ello, los expertos necesitan acceso a gran cantidad de datos y que los funcionarios electorales sean transparentes en relación con el proceso. Esto podría ser un desafío en otros países, así como en Estados Unidos, en donde algunos estados no permiten la vigilancia de las elecciones, indicó Hall.
Para medir el fraude de modo acertado, dijeron los autores, los expertos tienen que trabajar con los funcionarios electorales para ayudarles a entender que hay formas fáciles de ser transparentes y proporcionar datos útiles. Países como Estonia, Argentina e Indonesia han proporcionado buenos ejemplos de cómo hacer justamente eso, comentaron los expertos.
Al publicar los datos de los precintos y permitir a los vigilantes electorales y funcionarios federales reunirse con expertos políticos, estos países han demostrado que "no es tan difícil ser transparente", dijo Hyde.
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