Vladimir?Galeana
Pues ahora resulta que algunos legisladores han sido amenazados para que desistan de incluir en la Reforma Electoral la exclusión de los medios de comunicación de las campañas políticas. Los coordinadores parlamentarios del PAN y PRD en la Cámara de Senadores, Santiago Creel Miranda y Carlos Navarrete, expresaron su disposición a dialogar con los dirigentes de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión sobre el proyecto de reforma, que entre otras cosas prevé, la gratuidad de la propaganda. Aprovechando el viaje, Creel también se pronunció en contra de que se usen los medios para atacar a los legisladores. También Navarrete hizo gala de su vehemencia para dejar en claro que no habrá marcha atrás en el uso de los tiempos oficiales para difundir las propuestas y campañas. Como colofón, ayer mismo en el Senado de la República se procedió a la instalación del grupo plural que revisará la legislación en materia de telecomunicaciones y difusión.
Tradicionalmente lo que se considera cabildeo o lobbying es una actividad sistemática utilizada para informar a personas o instituciones cuyo poder de decisión o presión puede afectar la actividad de una empresa, institución o comunidad, con el propósito de persuadirlas para que consideren o apoyen los argumentos o puntos de vista de los mismos en torno a un asunto controversial. También es un medio que utilizan las empresas para aportar a las autoridades la información necesaria que les permita sustentar sus decisiones. Para ello se utiliza una metodología compuesta de tres etapas a saber: recopilación y sistematización de la información; establecimiento de alianzas y diseño e; implantación de campañas de comunicación.
En el asunto que nos ocupa, por la premura del tiempo las empresas televisivas han optado por un camino distinto, que a decir de Santiago Creel ha degenerado en la simple amenaza contra algunos de los legisladores involucrados en el proceso de construcción de la propuesta de Reforma Electoral. Aún cuando han definido el problema y el objetivo a conseguir, de inmediato pasaron a los hechos dejando de lado los tradicionales mapas de actores y la determinación de los posibles espacios de influencia para pasar de manera directa a un presunto cabildeo en el que la amenaza ha sido la constante. La razón es simple, los empresarios saben que de votarse dicha reforma en el sentido en que se ha hecho pública dejarán de percibir al menos tres mil millones de pesos cada tres años en que hay elecciones federales, además de las que se realizan en cada una de las entidades federativas.
Lo que en realidad están utilizando los empresarios es ese poder fáctico del que tanto se ha hablado en los últimos meses, y que no es otra cosa que un poder utilizado al margen de los cauces formales y servirse de su autoridad informal o su capacidad de presión para tratar de influir políticamente. Al no estar legitimado ese poder fáctico tampoco busca legitimación para ejercerse, pero se ejerce de facto aunque no lo hagan legalmente ya que su mera existencia le hace ser, en la mayor parte de las veces, determinante. La mayor parte de las ocasiones no es necesario que se imponga por la fuerza, como ocurre con expresiones militares, paramilitares o policiales, les basta con explicitar, o incluso con sugerir sus deseos para que se conviertan en realidad. La clave de su ejercicio es su capacidad de control de mecanismos externos a la política, como es el dominio de recursos vitales o estratégicos, que le dan en la mayor parte de las veces el control de la ideología, la sociedad y la economía.
En el caso que nos ocupa, diremos que en México los medios masivos de comunicación han detentado un enorme poder fáctico a causa de los vacíos generados por los gobernantes y las lagunas legales. Así los tradicionales mecanismos de asociación como son las organizaciones patronales, comerciales, industriales u otras, han pasado a conformarse como grupos de presión por ese desmesurado poder que han adquirido desde la llegada de la globalización. Las televisoras en particular no han requerido de este tipo de asociaciones, les basta con la inmensa penetración que tienen entre la población para incrementar esos poderes fácticos a los que nos hemos referido.
La consideración de la prensa como un cuarto poder la aproxima a ese concepto de poder fáctico al que hacemos eferencia, pero no son ejercidos por quienes nos dedicamos al noble oficio de informar y formar opinión, sino por empresarios o grupos empresariales. De ahí que habitualmente se aluda de forma metafórica a la forma en que los poderes fácticos gravitan sobre la vida pública, con la mera amenaza de su actuación. Estoy seguro de que el intento que están haciendo para frenar la exclusión de los medios electrónicos de comunicación de la agenda electoral, para utilizar solamente los tiempos oficiales, seguirá descaradamente ya que si algo caracteriza al poder del dinero es la carencia de ética y en muchos casos de legitimidad. El camino no es otro que el de la regulación y sometimiento de este tipo de intereses al ámbito de las leyes, y lo único que podemos esperar es que nuestros legisladores tengan muy en claro que fueron elegidos para defender el interés público y no el de los empresarios. Al tiempo. vladimir.galeana@mexico.com
Rodrigo González Fernández
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