Presidenta, el tiempo apremia |
Si existen sectores opositores propiciando una imagen de desgobierno, las circunstancias están jugando a su favor
|
Hernán Narbona Véliz del diario Gran Valparaíso
(28/09/06)
LAS CALLES PICAN la garganta. El jugo de limón dicen que ayuda en días de convulsión. La cotidiana manifestación social va cambiando de letreros, pero el libreto es siempre la crónica de un apaleo anunciado. Pero, por fin, en una reciente marcha, la autoridad previno que un grupo anarquista se infiltrara en una marcha de los profesores. Eso evitó vandalismo y daños a la propiedad privada. Evidenció que la violencia muchas veces es fruto de esta profesionalización de la revuelta callejera, donde actúan grupos perfectamente identificables, con armas hechizas, bombas molotov en cantidades industriales, encapuchados ordenaditos, portando todos sus pasamontañas corporativos. Lo único que les falta es el auspicio de alguna chelita en la tenida.
El año 2006 fue marcado por la revolución de los pingüinos, pero se han sucedido diferentes movilizaciones. Para el 5 de octubre ya se ha anunciado el paro de los empleados públicos y, así, la “agenda” la van marcando los sectores sociales que articulan peticiones cada vez más consolidadas.
El gobierno, reactivo, va apagando incendios. El hecho de ir a los temas en función del people meter es pésima práctica de vocerías inconsistentes.
Si existen sectores opositores que propicien una imagen de desgobierno, las circunstancias están jugando a su favor. Pareciera que existe una lentitud congénita, una actitud burocrática, inapropiada para resolver temas. Muchos opinando y el gobierno escuchando demasiadas intervenciones, lo que retarda la tarea de marcar las decisiones con energía. Como nunca antes, por ejemplo, las relaciones exteriores han sido un tema de opinología masiva.
FALTA DE CLARIDAD Y DE PRIORIDADES
Mirando la coyuntura con una visión republicana, se extraña un Ejecutivo que raye la cancha, imprimiendo su ritmo y saliendo al paso de los problemas con soluciones efectivas y oportunas. Hay muchos temas que circulan sin una prioridad clara en la agenda pública.
Para quien vivió muy joven la dinámica política interna de la Unidad Popular, la situación que se avizora es inquietante. No puede dejar de preocupar la excesiva dependencia de los partidos políticos que muestra hoy la Jefa de Estado. Los estallidos sociales comienzan a imponer los temas urgentes y la tecnocracia que antes se complementaba con un excelente aparato comunicacional, ahora acusa serios desaciertos, principalmente por acciones voluntariosas de personeros de la propia Concertación. El hecho incuestionable del cuoteo, con la asignación de áreas de responsabilidad a diferentes partidos, lleva a esta tendencia negativa de compartimentos estancos y de parcelas de poder. Nadie podría explicar la falta de aplicación de algunas autoridades como una acción premeditada de la oposición, articulada por algunos cerebros perversos, para provocar el desgaste del gobierno.
Lo real es que se percibe poca capacidad de planificación indicativa, falta de voluntad para descentralizar, para innovar, para abrir grandes proyectos que marquen caminos para el accionar de los privados de mediano porte.
Buenos momentos económicos son desaprovechados por una falta de acciones promotoras que sean efectivas en orden a motivar una ampliación de la plataforma productiva. Los tecnócratas siguen el exitismo de los grandes negocios y nadie orienta un gran plan de emergencia o reingeniería para los sectores productivos medios. A esta altura del gobierno, pareciera que todos tratan de minimizar el riesgo, cayendo en la inacción, lo que se refleja en el recorte en la proyección de crecimiento económico por parte del Banco Central.
No aparecen los liderazgos político - técnicos para empujar un cambio cualitativo del sistema neoliberal heredado del gobierno de Lagos. De la Superintendencia de Concesiones que aportaría transparencia en las obras públicas, nunca más se supo; los canales de participación ciudadana siguen en espera. El Ombudsman Capítulo chileno “celebra” 20 años impulsando infructuosamente la instauración del Defensor del Pueblo, sin que a la fecha exista voluntad política para activar el proyecto que duerme en el Congreso.
En los cuadros políticos que han asumido responsabilidades de gestión no se vislumbran liderazgos ni compromiso como para introducir modificaciones cualitativas al modelo neoliberal heredado del gobierno de Lagos. Al parecer, se juega a una continuidad que no altere el modelo. Sin embargo, del lado social, la paciencia parece agotarse, la desconfianza ante las medidas dilatorias convierte cualquier situación de demanda social en un foco de conflicto que empieza a ocupar pantallas y a mover funcionarios para sofocar el incendio.
PELIGROSO DESGASTE
Es una pena que Michelle Bachelet se vaya desgastando sin imprimir en su gestión las diferencias que la harían distinguirse de su antecesor. En las demandas que se vienen está el potenciar un Estado Moderno y Responsable que cumpla con las reparaciones pendientes, que mejore su capacidad fiscalizadora efectiva, traspasando los funcionarios a contrata a la planta de los servicios, para predicar con el ejemplo en términos de empleo digno en el ámbito público.
El tema medio ambiental es otra espina en el zapato, la cual seguirá penando. Potenciar las regiones con la elección popular directa de intendentes y consejeros regionales. La articulación de un liderazgo propositivo en la Comunidad Andina de Naciones podría expresarse como un megaproyecto en torno al corredor bioceánico, que incluya una salida al mar para Bolivia.
Todas estas temáticas están allí, en algún escritorio del gobierno, esperando voluntad política.
Un estadista, sin importar su género, debiera, sin temor a los costos coyunturales de las encuestas, jugárselas por sus proyectos emblemáticos. La percepción ciudadana es que la Presidenta debe imponer su juego, correr riesgos, dejar que los partidos discutan en el Congreso, apurando, sin prejuicios ni amarres históricos, los cambios y decisiones que requieren poder reinstalar un Estado Moderno, Probo y Responsable, que actúe al ritmo de los tiempos que corren, recuperando espacios de actuación en donde sea necesario para mejorar la distribución del ingreso y procurar igualdad de oportunidades para los chilenos.