EL CÓDIGO DA VINCI, DAN BROWN
Es el tema del momento
Marta Salazar, el lunes, 15 de mayo de 2006 , en el excelente blog Spero Press , nos informa sobre
Ahora bien, con información cada cual se puede formar su propia opinión y con el debate surge el discernimiento. El debate es de la esencia de la democracia, sin debate no hay democracia.
Aun cuando la película pueda ser buena, hay cosas que -me parecen- infinitamente más importantes que el gusto personal o pasar un buen rato. Una de ellas es el respeto por la religión y los sentimientos religiosos de los creyentes, razón por la cual pienso que la película El Código da Vinci es tan rechazable como las caricaturas del profeta Mahoma.
Es evidente que
La trama del Código tiene mucho que ver con las entretenidas películas de Indiana Jones; sin embargo, le falta el elemento divertido y la calidad de ser una película para toda la familia que tienen las ya tradicionales cintas de Harrison Ford. Analicemos muy someramente la historia de Dan Brown. Este autor norteamericano -casado con una historiadora del arte- plantea que el cristianismo es falso y no sería más que un invento de
Brown sostiene que Jesús estuvo casado con María Magdalena y tuvo una hija con ella, Sara. El hecho habría sido ocultado y silenciado por
Constantino organizó -según Brown- el Concilio de Nicea, en el que se sometió a votación la declaración de la divinidad de Jesús, considerado, hasta ese momento, simplemente como un hombre ¿Alguien conoce el arrianismo? Esta tergiversación obligó a destruir todos los relatos evangélicos y a reescribirlos, para demostrar la divinidad de Cristo. En la manipulación se suprimió a la mujer de Jesús, convirtiéndola en la actual María Magdalena. Y también se suprimió a su hija. Desde ese instante, se habría dejado de lado el aspecto femenino y sexual de la religión. No hay que olvidar que, hasta ese entonces, en muchas de las llamadas religiones naturales se realizaban ritos sexuales.
En suma, la verdadera religión de Jesuscristo -gracias a Dan Brown, quien nos hacer ver con claridad meridiana que los cristianos hemos sido engañados durante siglos- no sería la mentira del cristianismo como lo presentan las iglesias constituidas, sino que se hallaría en los cultos precristianos, en que se adoraba la divinidad femenina y se practicaba el sexo sagrado. ¿Sería realmente un avance volver a los primeros siglos cristianos?
Me parece que es un poco esa nostalgia del pasado, el retorno a la naturaleza, por una parte y la liberación de las represiones sexuales de que nos habló Sigmund Freud, por la otra. El regreso a la arcadia, a “lo natural”, a lo bello y no contaminado que hoy en día continúa fascinando a bastantes habitantes del primer mundo. Y a muchos en el llamado tercer mundo, siempre ávidos de emulación, que piensan que el desarrollo y la prosperidad consiste en adoptar cientos comportamientos formales y exteriores que se presentan como similares a los de los pueblos más ricos.
Para ocultar toda esta gran manipulación,
La historia browniana es una expresión vulgar del afán del revisionismo literario, que mezcla lo que podría ser realidad con lo que es claramente ficción, para intentar cambiar así la “historia oficial” o lo que él considera como tal. Siglos de obscurantismo y mentira llegan a su fin, gracias a la labor de divulgación de un iluminado: Dan Brown. Iluminado, porque no sabemos bien de quien ni cómo sabe todo esto que nos cuenta. Los tribunales ingleses ya nos han dicho que no es culpable de plagio, aunque quedó claro que sí se basó en los cuentos de Michael Baigent und Richard Leigh. Y un proceso que se le sigue en Rusia, probablemente no tendrá consecuencias.
Tampoco es importante si plagió o no. Lo que él presenta como verdad, es simplemente lo que muchos ya han escrito y en lo que muchos otros creen a piejuntillas. Un poco de New Age, un poco de gnosticismo, algo de heavy metal y ya está preparada la clave del éxito económico.
Y esta combinación, en personas con escasa cultura histórica, acaba por sustituir el estudio de la realidad, de la historia por una reconstrucción de la misma basada en las novelas de ficción. Fenómeno que ha supuesto millones de dólares -y de euros- para los escritores y productores de cine, además de directores y artistas, músicos y periodistas que se dedican a ese tipo de ficción. Ficción que es vendida como verdad, sin ser más que el producto de sus “investigaciones” -en el mejor de los casos- o bien, de ciertas iluminaciones recibidas de no se sabe quién. En honor a la verdad, este tipo de cuentos no son sólo producto de nuestra época, ya los nacional socialistas, en su afán por negar la condición de judío de Jesucristo y “emparentarlo” con la “raza aria”, inventaron historias de este tipo.
Pero el argumento de Brown y Cía. va más allá: como decíamos más arriba, Cristo y María Magdalena habrían tenido una hija de cuya descendencia procederían los reyes de Francia. Otro aditamento que gusta a la gente simple de todo el mundo: el de las familias de la nobleza. Lo único que falta es que ahora tengamos que rendir honores de semi-dioses a los descendientes de los reyes de Francia. De los merovingios, lo aclaro porque, si Francia no fuese hoy una república, varias familias reclamarían el trono. Aunque, considerando que los merovingios se extinguieron hace ya doce siglos, siendo reemplazados por los carolingios -el padre de Carlomagno, Pipino el Breve, expulsó del trono al último rey merovingio- estaríamos ante un grave problema histórico. ¿Conoce alguien la divertida película King Ralph?
La búsqueda del santo grial (sangre real en la película) es algo que igualmente fascina a los anglosajones desde hace siglos y este elemento también es incorporado a la trama. Quienes somos fanáticos de las historias del Rey Arturo conocemos bien esta ficción. Y sabemos que es sólo una ficción. Aunque en la historia de Brown, el grial es nada menos que una persona: María Magdalena, que es el recipiente donde se recibe la sangre de Cristo, esto es, su descendencia. ¿No es ir ya demasiado lejos? Aunque la idea no es original sino que, incluso aparece en la novela de Umberto Ecco, “El péndulo de Foucalt”.
Lo de los templarios es también un leit motiv de la ficción europea desde hace años. No faltan los grupos de constitución posterior al primer milenio que buscan raíces en un místico pasado templario, ya sean los rosacruces (que nacieron en Alemania) o los valdenses (que perduran en Italia e incluso un ministro del exterior de Andreotti pertenecía a este grupo).
A quienes la película deja muy mal es a los albinos, que ya han protestado en los EEUU: Silas, el monje asesino, es nada menos que un albino. Pero ¿a quién se lo ocurriría contratar a un albino -fácilmente identificable- como asesino en serie? ...y además con un hábito similar al manto de Darth Vader, bastante problemático a la hora de escapar después de cometer, en nombre de la iglesia, alguna de sus fechorías homicidas.
En todo caso, este interés por el cristianismo -en un ambiente esotérico post new age- hace ver que nuestros contemporáneos tienen ansias insatisfechas de Dios, de saber más de Jesucristo, de María, de María Magdalena. ¡Y de historia! No sólo de historia de las religiones o del cristianismo, sino de historia en general. Ansias que no pueden ser cubiertas por las películas de Hollywood, máxime si contienen tantas “imprecisiones” como el Código. ¿Sabrán los cristianos, sabrán sacar algo bueno de todo esto? El Opus Dei -me parece a mí- ya lo está haciendo; como dicen los norteamericanos, está preparando una rica limonada con los limones entregados por Dan Brown, Ron Howard y Tom Hanks.
Un interesante artículo de Marta Salazar que compartimos con los lectores de nuestros blogs, gracias y un abrazo, Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com
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